martes, febrero 24, 2009

DE VISITA.






Domingo por la mañana y me voy caminito de visita a ver a una pareja muy especial. Aníbal me abre la puerta y la menda "pa" dentro. Me dice que la Otilia está en el baño y se empeña en que pase allí, como antiguamente cuando los reyes recibían las visitas en ese estado, me resisto un poco pero Aníbal es persistente y me empuja para que vea a Otilia quien me recibe plácidamente sentada como si tal cosa, vamos, como una reina, lo que es, momento en que Aníbal aprovecha para enseñarme que ahora tienen ducha en vez de bañera y está más contento que unas castañuelas, con eso y con la caldera de la calefacción, que menudo invento ese... no se puede pedir más. Tras este original recibimiento, excursión interior por cada una de las habitaciones de la casa porque a Otilia le encanta enseñarme lo bonito que lo tiene todo. Parada oficial en la cocina para ver el guiso rico-rico que está preparando, de esos de antes que huelen casi tan bien como saben, y de ahí, al corral. Por el camino la conversación consiste en "¿tienes laurel?", "si, Otilia, no se preocupe usted que tengo una rama grande", "¿tienes huevos?", "sí Otilia, tengo, tengo...", "¿y qué te puedo dar"?, "no me de usted nada que sólo vengo a verla y eso ya es bastante", "qué muchacha, ¿y de dónde te habrán sacado?", uy, eso me pregunto yo...a todo esto Aníbal detrás arreglando el mundo y riñendo a Otilia, "qué te vas a caer", "que ella ya tiene de todo", "que no te pongas pesada".... Llegamos al patio y me llevan al corral a ver las gallinas, me muero de la risa, de esa inocencia especial, esa ternura que tienen estos ancianos que ya no se encuentra en cualquier sitio, que empieza a ser algo excepcional. Aníbal suelta las gallinas para que las vea y me cuenta el gran problema que tiene con ellas. Resulta que ponen huevos donde no toca, en lo alto de la leña que tienen amontonada en un rincón y después no hay quien los coja, así que Aníbal ha arreglado el problema por la vía rápida, y oigo como habla con las gallinas y les dice: "¡¡no salís hasta que no pongais los huevos ahí dentro!!", las tiene castigadas, a ver si aprenden que los huevos se ponen en el gallinero. Luego, me cuenta la historia de sus gallinas, que vinieron del pueblo de al lado y costaron 5 euros cada una, ya criadas y todo, vamos, un chollo...
Antes de irme, que no es fácil porque se resisten y no me sueltan el brazo, Otilia da órdenes,"ponle unas almendras a la Lorena", "que no Otilia, de verdad...", da igual, se hace la sorda, y con las almendras que me tengo que ir, si o si, que con los mayores no se discute...

6 comentarios:

Marisol dijo...

Qué majos!! Me ha gustado mucho el post. Lo malo es que con lo pudorosa que soy me muero de verguernza si me reciben sentados en el trono..jejjje. Un beso para todos y que no se os haga muy larga la noche, ah..y os echo de menos a todoooos!

Lorena dijo...

Pues a mí, estas mozas de mi pueblo ya me tienen curada de espanto, la verdad es que son tremendos, pero para comérselos de encantadores.

servidora dijo...

:-D
Sí que es entrañable este pueblo y sus habitantes. Sigue haciendo visitas, nos tienes que presentar aún a muchos más vecinos (hmmm... o eso espero :-))

:-*

Lorena dijo...

Gloria, lo que tenemos que hacer es hablar con Ramón y ver si te da permiso y nos vamos a pasar un fin de semana allí que verás que bien te lo pasas con mi club de octogenarias. Muchos besotessssssss!!!!

Anónimo dijo...

Hola Lorena!
Qué post más bonico. Mamolao
... y me ha enternecido...
Un abrazo

Lorena dijo...

Si es que son para comérselos!, gracias Leo, el mérito es de esta pareja por auténticos. Besotes guapa!